lunes, diciembre 08, 2008

En lunes

Hoy se me coló la tristeza por debajo de la lengua, sé que fue por ahí porque no había ningún otro lugar por donde pudiera entrar. Me estrujó el vientre desde donde escurrieron algunas gotas saladas.
Siento en el cuerpo la languidez de la tristeza, y tengo una pesadez en cada movimiento. Al respirar, el aire no llega a los pulmones, se atora en la garganta. No tengo ganas de nada o pensándolo bien, tal vez solo de una tarta de nuez.
Llegué a la oficina con desgano, no parece que es lunes, tampoco quiero que se vayan rápidos los días ni para que llegue el viernes. Tengo frío interno, de ese que normalmente se siente en las noches de invierno cuando se está en una cabaña en las montañas y afuera nieva. Las manos se mueven con dificultad por el teclado, no reconocen las letras, no saben cómo se hilan unas con otras para formar las palabras que escribo. El teléfono suena y en lugar de palabras e ideas coherentes oigo sonidos irreconocibles hasta que me concentro y reconozco alguna a la que puedo contestar con frases inconexas.
Hay días así, supongo. Hay días para añorar a futuro o para saber que el presente se escapa y pronto quedará en pasado. Me adelanto, sí, y es que reconozco la ausencia desde antes de que llegue. Tu presencia ha sido tan completa que sé que tu ausencia no dejará espacio para nada.